A CONTINUACIÓN TIENEN EL ESCRITO DE UNOS PADRES, DIRIGIDO A INSPECCIÓN
EDUCATIVA EN ASTURIAS.
HE QUITADO NOMBRES PROPIOS.
ES INTERESANTE LEER LO QUE ESTÁ PASANDO, AUNQUE LLEVE UN RATO, PUEDE DIVULGAR ESTO DONDE CONSIDERE MÁS OPORTUNO.
A., 22 de Febrero de 2015
Sr. Inspector de
Educación (remitido en el Principado de Asturias):
(IDENTIFICACIÓN DE LOS
PADRES), como padre y madre respectivamente de A.P.B., alumno del CRA “P.A.D.”
en el aula de B.;
Nos dirigimos a usted
para SOLICITAR un cambio de aula para nuestro hijo, así como para informarle acerca de la situación que vive en la
escuela, en la certeza de que no está siendo atendido ni entendido en sus
necesidades y de que, incluso, se está obstaculizando y perjudicando su proceso de
aprendizaje así como su evolución intelectual y emocional.
Nuestro hijo tiene 9
años, cursa 3º de primaria y es disléxico. Siempre ha mostrado un gran interés por temas
relacionados con la ciencia y la naturaleza, llegando a descubrir a base de
observación y experimentación, por ejemplo, cómo determinar el sexo de varias
especies de insectos (cosa que después hemos podido corroborar como cierta),
que las patas de las ranas antes de salir ya se han formado por completo en el
interior de la piel del renacuajo… y, de igual manera ha destacado en el campo
de la creatividad, en pintura (donde ya le han sido otorgados tres premios, el
último en el concurso de dibujos de Navidad del concejo de V. de este año), en manualidades,
tallando madera, pizarra, haciendo móviles, colgantes…
Con 6 años, en 1º de
primaria, presentaba un retraso en la lectoescritura de aproximadamente 2 años,
razón por la cual recibía apoyo de AL y PT. Durante el curso siguiente estuvo
siguiendo, a nivel privado, una terapia optométrica (visual y auditiva) en la
esperanza de que le ayudaría con sus problemas con el lenguaje. Hizo esta
terapia diariamente durante todo el curso y hubo una mejora en cuanto a audición y
lenguaje (había palabras en las que invertía sílabas o pronunciaba una letra
por otra), pero no la hubo en cuanto a su rendimiento escolar (después hemos
sabido que la terapia optométrica no ayuda en los casos de dislexia). Cada vez
más, intercambiando observaciones entre la tutora de entonces y nosotros e
investigando acerca de la dislexia, llegábamos a la conclusión de que nuestro
hijo encajaba en todos los protocolos de detección de la dislexia.
Él era muy consciente de
sus dificultades y de que tenía que hacer un esfuerzo mucho mayor que sus
compañeros en el colegio para obtener resultados peores y por ello, por su afán de superación, y con la ayuda
de su tutora y de su familia, se esforzaba en hacer esta terapia así como sus
tareas escolares. A medida que avanzaba y comprobaba que su esfuerzo no le facilitaba las
cosas, empezó a mostrar rechazo por el trabajo escolar, escrito o de memorización, y
empezó a somatizar: dolores frecuentes y fuertes de estómago, dolores de
cabeza, etc. Tratamos con la tutora la posibilidad de que nuestro hijo
repitiera curso puesto que su desfase en algunas áreas haría difícil que
pudiera seguir el ritmo de los demás y nos parecía más leve que repitiera ahora,
y no cuando tuviera 2 años más.
El curso pasado vino un
nuevo tutor a la escuela. En la primera semana de curso nos entrevistamos con
él para ponerle en antecedentes de las dificultades que presentaba. Una semana
más tarde –siempre a petición nuestra-, volvemos a entrevistarnos y nos dice
que para él el problema está en que nuestro hijo no tiene “hábito de trabajo”,
y que no existe informe de orientación. Nos resulta sorprendente que no haya un
informe puesto que la orientadora del curso anterior estaba al día de las
dificultades del niño, e incluso se había desplazado a Gijón para entrevistarse
con la directora del centro en el que hacia la terapia optométrica. Entonces
pedimos al tutor solicitar con urgencia cita con la orientadora, pues
considerábamos imprescindible que a partir de un informe se pudieran dar pautas
de actuación para el trabajo en el aula así como orientación para nosotros.
Después de mucho
insistir, a finales del primer trimestre, nos entrevistamos con la orientadora que ya
había realizado las pruebas pertinentes. Sus primeras palabras fueron “Su hijo
tiene una dislexia de libro”, cosa que iba confirmando cada vez más a medida que
le hablábamos de la evolución de nuestro hijo. Así mismo nos señaló que A.
tiene una capacidad intelectual muy alta, razón por la cual llegó a cuestionar
el que estuviera repitiendo curso, porque si bien no presentaba un nivel
aceptable en lecto escritura, lo cual era necesario, en otras áreas podía caer
en el aburrimiento y en consecuencia desmotivarse aún más. Según ella el
rechazo al trabajo escolar era normal y comprensible en su caso por la
frustración acumulada, y era algo que se debía tratar fomentando su autoestima
y con adaptaciones que le facilitaran tener éxito en su trabajo. Además de los
problemas de lectoescritura, A. tiene común con otros disléxicos: la memoria
inmediata, la memorización de series (días de la semana, meses del año, tablas
de multiplicar), así como el aprendizaje de otro idioma, la dificultad de
organización…
En esta entrevista
quedamos en que ella daría pautas e incluso proporcionaría material para que
los profesores pudieran trabajar con él, y también en que nos daría información
sobre programas informáticos etc. para trabajar en casa. No volvió a haber
ninguna entrevista más.
Desde casa informamos a A.,
explicándole en qué consiste la dislexia y que ese es el porqué él necesita un
mayor esfuerzo para algunas cosas. Insistimos en que no tiene que ver con su
inteligencia ni su capacidad para aprender (señalándole por ejemplo que
Einstein también era disléxico, o Leonardo Da Vinci). En el último tiempo él
decía a menudo cosas como que “era más tonto que los demás”, “que Fulanito
tenía el cerebro más desarrollado, pero él era más fuerte”… El saber que lo que
él sufre tiene un nombre y unas características y que aún así el puede cumplir
sus sueños de ser científico, supuso un gran alivio y empezó a animarse y
esforzarse en hacer mejor los deberes, en hacer cosas por su cuenta como leer a
solas y después explicarnos lo que había leído, etc.
Después de esto se
sucedieron varias entrevistas con el tutor (siempre por iniciativa nuestra,
excepto las preceptivas de entrega de notas) en las que llegó a poner en duda
su dislexia insistiendo siempre en que lo que arrastraba era una falta de
hábito de trabajo. Valoraba que se estaba esforzando y trabajaba mejor, pero sus notas no lo
reflejaban llegando a suspender asignaturas en las que en el curso anterior
sacaba buena nota (como ciencias naturales, área en la que tiene muchos
conocimientos porque le encanta y es muy observador).
Acabó el curso habiendo
mejorado mucho en lectoescritura (tenía dos horas semanales de apoyo en AL) y el
tutor manifestó que había trabajado… pero sus notas fueron peores que las del
curso anterior (repetía 2º) y, a nuestro modo de ver, también su motivación,
ganas de aprender y la adquisición de nuevos conocimientos habían empeorado.
A principios de éste curso
solicitamos entrevistas con los profesores de Sciences (el anterior profesor de
inglés) y de lengua. El profesor de Sciences se muestra sorprendido de que A. tuviera
dislexia, cosa que ignoraba. La profesora de lengua asegura que según el tutor
y según el informe de orientación sólo hay una sospecha de dislexia, pero que
no obstante lo que observa es una falta de hábito de trabajo en A.
En entrevista con el
tutor nos confirma que efectivamente el informe de A. no confirma una dislexia
sino una “alta sospecha de dislexia” (adjuntamos el informe de la orientación donde se hace
un diagnóstico de “nivel global de riesgo alto de dislexia afectando tanto a la vía
fonológica como a la de acceso al léxico” y más adelante se
señala: “alumno con necesidades de apoyo específico debido a la
dislexia, lo que repercute en el resto de áreas”) pero que, en todo caso,
el problema es que el niño se niega a trabajar. Esto origina una discusión más
y un desacuerdo más entre el tutor y nuestra manera de ver la evolución de A.
después de informarnos, bastante a fondo, de lo que es y cómo se manifiesta la
dislexia. Al respecto hemos de decir que en repetidas ocasiones hemos
ofrecido información sobre el tema al tutor, que la ha rechazado
argumentando que en todo caso no era de su competencia. Le hemos proporcionado
información sobre la evolución de A., por la que tampoco ha mostrado interés, e
incluso la ha puesto, sutilmente, en duda (por ejemplo, cuando hemos
argumentado que no realizó su tarea para casa –tareas que, por otra parte,
están contraindicadas en disléxicos- porque le dolía la cabeza, tenía los ojos
rojos…, su respuesta es “yo no le he visto nunca los ojos rojos en clase”).
En esta entrevista,
octubre de 2014, solicitamos oralmente al tutor una entrevista urgente con la
orientadora actual. Después de una espera de más de dos semanas, solicito por
escrito y con registro en la secretaría del centro, cita con la orientadora a
fecha 18-11-2014. Tras dos semanas más de espera de respuesta,
solicito por la misma vía cita urgente con la orientadora, a fecha 2-12-2014.
Por fin logro reunirme con ella 10 días después.
La orientadora no pone
en duda, a la vista de todas las pruebas realizadas por la anterior
orientadora, que A. tiene un informe de dislexia, aún así me informa de que ha
pasado a los profesores un protocolo de detección, y que ya un informe más
antiguo, aunque no especificara un diagnóstico, indicaba medidas de
actuación en el aula que correspondían a los protocolos de actuación en
dislexia. Me sorprende que exista un informe anterior cuando el
tutor me había asegurado que no lo había (*remitimos éste informe donde,
efectivamente, las medidas a adoptar en el aula son las que se corresponden a
los protocolos de actuación en dislexia). Transcribo literalmente:
“Orientaciones para el
profesorado:
· -Decirle al alumno que
conoce su problema.
· -Transmitir al resto de
la clase el trastorno que tiene este alumno, preferiblemente que lo explique él
y diga en qué consiste.
· -Sentarlo en la primera
fila al lado del profesor.
· -El alumno tiene que
anotar todo en su agenda.
· -A. tendría que saber
las fechas de sus exámenes con una semana de antelación.
· -Debería tener más
tiempo que sus compañeros para la realización de los exámenes.
· -Las faltas de
ortografía deberían puntuarse de forma más baja que al resto de sus compañeros.
· -Si un alumno en el
examen tiene 10 preguntas, el alumno disléxico tendría que tener menos.
· -Los exámenes tendrían
que ser más visuales.
· -Las preguntas de los
exámenes deberían estar ya escritas para estos niños y no dictárselas.
· -Se le deben mandar
menos deberes que al resto de niños de la clase.
· -Hay que valorarle su
esfuerzo, los aspectos positivos de su trabajo.
· -Deben pronunciar
correctamente las palabras.
· -Hay que comprobar que
entiende el material escrito que se le ha entregado o que ha copiado de la
pizarra.
· -Intentar no corregir en
color rojo sus trabajos, exámenes, deberes, etc.
· -Intentar que el alumno
se presente voluntario para realizar tareas en clase o para leer en voz alta.
· -Si el alumno no quiere
leer en voz alta intentar no obligarlo.
· -No ridiculizarlo
delante de sus compañeros.
· -Sus exámenes podrán ser
orales.
· -La información nueva
debe repetirse más de una vez.
· -Los libros de lectura
deben de ser acordes a su nivel lector.
· -Hay que intentar
destacar los aspectos positivos del trabajo realizado por el alumno
· -Los copiados de la
pizarra, los dictados y la lectura que realizan tanto en clase como en casa
deberían ser más cortos.
· -Necesita más tiempo que
el resto del alumnado de la clase para acabar sus deberes.
· -Averiguar en qué
destaca y que realice actividades de ese tipo.
· -Tiene que saber su
horario escolar y lo tiene que tener apuntado en su
agenda.
Informe fechado en
JUNIO de 2012 “)
Prácticamente ninguna de
estas recomendaciones se han tenido en cuenta ni en el curso anterior
(2013-2014) ni en el primer trimestre del presente (2014-2015). Sin
embargo sí parece haber un acuerdo unánime (según el tutor) de todos los
profesores en que A. no quiere trabajar.
Pido a la orientadora
que se haga una revisión urgente y que la próxima entrevista sea también con el
tutor para evitar desacuerdos.
Nos reunimos también con
la directora del centro, para informarle de la situación de nuestro hijo y
mostrarle nuestro desacuerdo con las actuaciones en clase. Ella nos asegura que
el caso se está revisando, que la orientadora se ha reunido con los profesores
y que se van a llevar a cabo las adaptaciones necesarias.
El día de las vacaciones
de navidad tenemos la reunión con el tutor para recoger las notas. Nuestro hijo
está suspendido en todas las asignaturas, excepto gimnasia y cultura asturiana,
incluida la asignatura de arte en la que nos específica que el suspenso no es
por música sino por plástica (asignatura que imparte el tutor). Vuelve a
originarse una discusión y desacuerdo. El tutor admite que el resultado de sus
exámenes no corresponde a su nivel de conocimientos en las materias en
cuestión, pero aún así sigue remitiéndose a sus exámenes (escritos, extensos,
con preguntas que conllevan más de una pregunta…), en los que se le ha dejado
más tiempo que al resto de alumnos, en algunos más de dos horas, donde sólo ha
contestado a una o dos preguntas (¿?).
En las vacaciones de
Navidad acudimos, de forma privada, a otra profesional especializada en altas
capacidades que, después de hacer las pruebas pertinentes con A. nos informa de su
alta capacidad intelectual y de la necesidad urgente de que su dislexia sea
diagnosticada y tratada del modo adecuado (*Adjuntamos informe de
INTERAC realizado por Elisa Álvarez Santos, experta en Diagnóstico y Educación
de Alumnado con Altas Capacidades).
A la vuelta de las
vacaciones de Navidad solicitamos (por escrito al tutor) reunión a
la mayor brevedad con la orientadora. Tras más de una semana sin recibir
respuesta alguna, volvemos a hacer una petición urgente, entregada y sellada en
secretaría del centro con fecha 4 de Febrero del 2015. A día de hoy, 22 de
febrero de 2015, aún no tenemos fecha para este encuentro.
Señalar, como muestra de
lo tenso de las relaciones con el tutor, que en el último tiempo estamos
recibiendo notas “formales” –en concreto, 7 notas desde el 22 de enero hasta
ahora- comunicándonos cada pequeño fallo y aleccionándonos de lo importante que
es que estas cosas no se produzcan, por ejemplo, un retraso de cinco minutos en
la hora de entrada, que el niño olvidó la regla, que se puso a jugar con una
gomita, que no encontró sus fichas en la cartera… (*Adjuntamos, como ejemplo,
la última de estas notas).
Por todo lo señalado y
ante la dificultad de poder llegar a una comunicación fluida y de confianza y
acuerdo con el tutor (responsable máximo de su proceso educativo), SOLICITAMOS un cambio de
aula para nuestro hijo.
SOLICITAMOS que se le
traslade al Aula (escuela) de M. fundamentalmente por tres razones:
-M. es el aula más
cercana a nuestra localidad.
-M. es el aula con menor
número de alumnos del CRA, lo cual entendemos podría facilitar una atención más
personalizada para A.
-En el aula de M. hay
alumnos con los cuales nuestro hijo ya tiene una relación de amistad, lo que,
entendemos, podría facilitar su integración.
Confiamos en
que sabrá disculpar y entender lo extenso de esta carta.
A la espera de una
rápida contestación por su parte, le saludan atentamente:
(FIRMAN LOS PADRES).