lunes, 24 de febrero de 2014

¿EMOCIONAL - INTELECTUAL?

Buenas Elisa,

Me pongo en contacto contigo para pedir tu asesoramiento. Como sé la cantidad de personas que ves al cabo del tiempo, por lo que te refresco la memoria sobre nosotros: Mi mujer (I-) y yo acudimos el año pasado a realizar una evaluación de I-, nuestra hija, para identificar si tenía altas capacidades. El resultado fue positivo y nos ha ayudado a manejar situaciones de nuestra vida cotidiana así como en el colegio. Además nos hemos visto en alguna de las “excursiones” que hemos realizado con el grupo de niños.

El problema que actualmente tenemos es la parte emocional, que ya la habíamos identificado antes de estar con vosotros. El caso es que ahora no sabemos exactamente cómo manejarnos y en eso te queremos pedir asesoramiento:

-          I- tiene un alto sentido del fracaso muy desarrollado y es altamente competitiva. La combinación de ambos dos factores nos lleva a no intentar cosas nuevas y a no reaccionar ante nuevas situaciones. Ejemplo: El otro día en el colegio perdió en un juego, y desde entonces no quiere volver a jugar al mismo. Miles de nuevos juegos informáticos en los que un error al inicio supone que no volvamos a coger el ordenador en los próximos dos meses, etc…

-          Por otro lado, en el colegio también han detectado esta situación, pero aunque nos dicen que están trabajando en ello, no vemos ninguna clase de mejora. Sentimos que cuando pasa I- por sus manos tenemos más retrocesos que avances. Ellos mismos me han reconocido que no son capaces de mejorar la situación y que no saben qué más hacer.

-          Este próximo lunes tenemos una entrevista con la psicopedagoga, para hablar sobre este asunto, pero me temo que va a ser totalmente infructuosa (sé que acudir a una reunión con estas expectativas es francamente negativo, pero la experiencia actual me condiciona sobremanera).

 Esta situación a I-y a mí nos está preocupando muchísimo. A veces obtenemos pequeñas victorias, pero la guerra, en general, la estamos perdiendo, y el tiempo avanza en nuestra contra:

-          I- se está perdiendo un mundo de oportunidades de explorar, buscar, investigar, diversión y otro montón de cosas.

-          Si queremos que I- pueda dar rienda suelta a su capacidad para aprender y sentirse integrada con su entorno, necesitamos dar el salto escolar y poder pasarla un curso arriba. Pero el colegio nos “capa” la idea con el tema del miedo al fracaso, que no deja de ser una situación real…

-          Estamos viendo que el colegio no está reuniendo las condiciones mínimas para la enseñanza a un niño con un mínimo de inquietud, y mucho menos para alguien con altas capacidades, por lo que nos estamos planteando de cambiar de colegio. Pero tenemos pánico ante un cambio y como puede afrontar nuestra hija el mismo (en el último cambio que hicimos estuvo sin hablar a los profesores y sin relacionarse cerca de mes y medio).

 Con todas estas cosas entenderás que estemos preocupados. No sabemos cómo gestionar esta situación o si hay alguien especializado que nos pueda ayudar para que ella pueda dar esos pasos y cambiar esa actitud ante el fracaso, en realidad, ante la vida, y que pueda empezar a disfrutar de todos los recursos que tiene a su alrededor.

¿Quién nos puede ayudar?, ¿conoces a alguien, o tu misma haces estas funciones?. Se me ocurren miles de preguntas pero todas se reducen a lo mismo: Cómo?

Mil gracias por tu atención, Elisa, y ya me contestarás.

Un abrazo,

RESPUESTA A ESTE PADRE

Hola I-,

…Por otra parte, si te alejas un poco del foco central, todo lo que está ocurriendo es bastante normal.

Vuestra hija tiene un alto nivel de auto-exigencia que probablemente le hace percibir también una expectativa ajena similar (este proceso también podría ser inverso).

Puede estar sintiendo que no cumple el nivel que se le exige y ella se vuelva exigente con el entorno (este proceso también puede ser inverso), pudiendo parecer déspota (es muy posible que esté imitando algún comportamiento que observa), analizado desde una interpretación infantil.

Dependiendo de cómo se vinculen distintos componentes: ansiedad, locus de control, frustración, confianza en sí misma, relaciones con los demás, sentimiento de incapacidad… la intervención deberá realizarse de una manera u otra.

Es completamente normal que os esté afectando emocionalmente como padres lo que estáis viendo, sintiendo y sufriendo.

Los profesionales sabemos que en situaciones así los aspectos emocionales se desplazan y es preciso que mantengáis cierta serenidad para poder ofrecer a I- una situación lo más coherente y estable posible.

Nosotros solemos aconsejar un tipo de valoración conductual-emocional, cuando están entrando en la adolescencia, pero lo hacemos también para niñas de tan corta edad como la vuestra en situaciones parecidas a las que compartís conmigo.

Os recomendaría buscar comunicación y apoyo en el centro escolar, pero si esta posibilidad la descartáis de antemano, mi consejo sí es, al menos, no cambiar de centro (si barajáis esta posibilidad) hasta que lo que observáis en vuestra hija mejore o se reconduzca.

Abordar los problemas de uno en uno: si atender lo que me contáis en vuestro mensaje es principal, no introduzcáis cambios de tanto calado como es el cambio de centro. Hay ocasiones en que esto se convierte en una huida y tampoco es el aprendizaje que queréis transmitir a vuestra hija.

Es cierto que hay casos en que la situación se convierte en un bucle, una niña con AC que requiere de una atención especial no la recibe y esto puede dar lugar a situaciones que en vez de integrarla la impiden acceder al grupo en que debería estar. El sistema educativo en su conjunto tiene mucho que avanzar en esta línea, y entiendo que las familias no podáis esperar el tiempo que va a ser necesario para llegar a una situación sustancialmente distinta y realmente integradora.

Nosotros hacemos TEP (talleres de encuentro personal) en los que analizamos y asesoramos sobre estas necesidades, pero participar en este servicio requiere que la familia deje su percepción en la puerta y esté dispuesta a asumir que la situación puede ser distinta a la idea primera de que disponían. Como ya os conozco sé que esto no va a ser ninguna dificultad pero me gusta aclararlo ya que algunas veces encuentro familias que buscan quién les dé la razón, más que la explicación.

En la última valoración de este tipo que hemos realizado a una niña pequeña, llegamos a la conclusión (con las pruebas psicométricas aplicadas) que la persona cuya visión era más centrada y más coherente (también existía valoraciones de profesores) era la de la menor, respecto al resto de opiniones.

Espero haber sido de ayuda.

Abrazos para los 3,

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